Una educación a medida para mis hijos




Es uno de esos tantos mensajes e imágenes que comparten por Whatsapp, me llegó hace un tiempo una imagen, que al verla captó de inmediato mi atención y un poco más. Se trata de una que establecía las materias que deberían ser enseñadas en la escuela. Y en cierto modo al verlas la primera impresión para una persona sería que no son las asignaturas que actualmente se imparten en las escuelas, y que la formación estaría a medias, que los muchachos no estarían aprendiendo nada.

Sin embargo, en mi provocó una reacción diferente, al ver la imagen, exclamé: ¡esas son las cosas que deben aprender, es lo que van a hacer en su día a día! Pero, ¿cuáles son esas materias que deberían ser incorporadas al currículo escolar y que marcarían la diferencia, haciendo la formación de la escuela no solo académica sino integral?

Nutrición, inteligencia emocional, creatividad e innovación, convivencia y valores, oratoria, ventas, meditación y felicidad y por último inteligencia financiera. Y son esas las materias que quisiera les impartan a mis hijos, con esto no quiero decir que las matemáticas, gramática, historia y demás no son importantes y por ende no deberían impartirse, no, no, esas están ahí, pero deben ser abordadas con aplicabilidad al día, día.

Por ejemplo, al impartir inteligencia financiera o ventas se esta aplicando matemáticas, pero desde una perspectiva más real y aterrizada. Esto responde incluso a la reacción que tienen muchos jóvenes al impartirles álgebra, preguntándose por qué tienen que memorizar una serie de fórmulas, y es aquí donde el docente debe pues llevar esa clase al campo de acción, explicarle de manera práctica que hacer y cómo utilizar los conocimientos adquiridos a través de esas materias.

Así pues, hay materias como nutrición e inteligencia emocional que forman a un niño y a un joven seguro de si mismo, disciplinado y con auto control de su cuerpo y acciones, lo cual lo formará para que con posterioridad pueda enfrentarse a la toma de decisiones en su vida laboral, familiar y social.
Viendo la tele hace unas cuantas semanas, vi un reportaje sobre Noruega, quedé fascinada sobre el sistema educativo que tienen, muy parecido a lo que reseñé más arriba. Ver los chicos recibiendo clases de cocina como todos unos profesionales fue emocionante y ensenarles a través de la práctica lo saludable y delicioso que se puede comer, esas y otras cosas son las que van formando a cada persona y al final el resultado es asombroso.
Por igual hacen énfasis en la lectura y cálculos, como forma de desarrollar competencias básicas para ser aplicadas en su vida diaria. En fin un sistema educativo que forma a niños y jóvenes de manera integral.

Resulta que esa educación que deseo para mis hijos al parecer no está muy lejos y comienza a concretizarse, resido en la provincia de La Vega y mis niños están en un colegio que en verdad se preocupa por ofrecer esa educación integral que pocas veces se consigue, es un colegio con alrededor 11 años laborando y cada año tratan de incorporar mejoras a su servicio educativo. Este año por ejemplo han incorporado las clases de matemáticas estilo Singapur, donde se utiliza más la lógica. Además de ofrecer música, artes plásticas, natación, tenis y cocina.

En verdad cada día me sorprende el interés que muestra el colegio Pequeños Gigantes en la formación integral de cada estudiante. Ahhh y otro dato importante los padres son parte esencial en este proceso de formación, no somos entes aislados de ir cada tres meses a buscar las calificaciones, no, no, la participación de los padres es más activa tanto con su hijo como con sus compañeros de clases, creando un ambiente cálido entre todos.

El sistema educativo dominicano, más que esforzarse en construir escuelas y estancias a granel, debería invertir en la calidad de lo que reciben los estudiantes, esto se traduce en formación continua a los docentes, supervisión a los planteles y el ofrecimiento de contenidos eficientes y eficaces a los estudiantes, a través de asignaturas que formen a cada niño, todo esto con el compromiso equitativo de la familia y el Estado.

 Sindy Lizardo Alba

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